Saber qué tipo de piel tenemos es el primer paso para cuidarla correctamente, ya que podremos elegir los tratamientos y productos correctos para nuestras necesidades. Debemos tener en cuenta factores como la textura, el color y reacciones para poder determinar qué tipo de piel tenemos y cuidarla con productos que la equilibren y mejores su estado.
Piel NORMAL
Como su propio nombre indica, piel normal, nos hace pensar que es la más común para todo el mundo, pero en realidad es de las menos habituales.
Es una piel que se encuentra equilibrada al no ser ni demasiado grasa ni demasiado seca. Se caracteriza por tener: poros finos, buena circulación sanguínea, textura suave y lisa, ausencia de impurezas, y no es sensible ni se irrita fácilmente.
La piel normal es común en los niños y antes de la adolescencia, ya que los adolescentes sufren muchos cambios hormonales los cuales suelen afectar principalmente a la piel y provocan muchos cambios en ella en muy poco tiempo.
Aunque este tipo de piel no sufre problemas de grasa o de resequedad, es importante cuidarla con productos adecuados, ya que si no la cuidamos como es debido podemos provocar un desajuste en la piel, que derive en exceso de grasa o en irritación.
También hay que tener en cuenta que con el paso de los años la piel normal dejará de tener la hidratación adecuada y perderá elasticidad como resultado del envejecimiento natural. Por lo que no está libre de necesitar cuidados, que tendrán un efecto mayor si empezamos a temprana edad.
Piel GRASA
La piel grasa se caracteriza por una producción excesiva de sebo, una hiperproducción que se le conoce también como seborrea.
¿Cómo detectar que nuestra piel es grasa?
Tendremos que revisar si los poros se ven agrandados, el rostro se ve constantemente brillante y nuestra piel luce engrosada y pálida, esto se debe a que los vasos sanguíneos no son visibles.
Debido a estos factores la piel grasa es propensa a sufrir acné. A veces se trata de un problema leve pero puede convertirse en un problema más serio cuando se trata de acné severo, este no solo aparece en la cara sino también se sufre en cuello, hombros, espalda y pecho. Este problema finalmente provoca que la piel se enrojezca y se inflame.
Es muy importante saber que la hiperproducción de sebo se debe a la genética y desequilibrios hormonales, y podemos mejorarlo con una correcta alimentación, una rutina adecuada de limpieza, y el uso de productos adecuados al tipo de piel.
La alta propensión al acné severo puede causar lesiones en la piel irreversibles, por lo que la recomendación es que se realicen revisiones periódicas con un dermatólogo.
Piel SECA
La piel seca produce menos sebo que la piel normal porque carece de los lípidos que retienen la humedad y que forman una capa protectora.
Podemos diferenciar tres niveles de sequedad:
-Piel seca
Es cuando tenemos la piel tirante, frágil, áspera, poca elasticidad y tiene un color y aspecto apagado.
-Piel muy seca
Es cuando sufrimos una descamación, nuestra piel tiene un aspecto áspero, lleno de manchas o como si sufriera envejecimiento prematuro, en la mayoría de los casos hay comezón leve.
-Piel extremadamente seca
Este tipo de piel se caracteriza por aspereza severa, aspecto cuarteado como grietas, callosidades, descamación y picor severo y frecuente.
Piel MIXTA
Cuando tenemos la piel mixta es porque tenemos los dos tipos de piel anteriores.
La zona “T” (frente, barbilla y nariz) es grasa, se notan los poros agrandados y con rastro de acné, en cambio en las mejillas presentan una piel normal o incluso un poco seca.
Los productos para hidratarla y protegerla tienen que ser específicos para este tipo de piel ya que su cuidado es más complejo.
¿Quieres cuidar tu piel? Dicen que somos lo que comemos y, de hecho, existen alimentos que nos ayudan a cuidar la piel, a vernos mejor, con un aspecto más saludable, joven y bonito. Pero, ¿de qué alimentos hablamos? Todos los detalles aquí.